martes, 13 de mayo de 2008

Después de la Cumbre de Río

Por Félix Cantero – Marzo 2008.

El bombardeo nocturno del Ejército colombiano sobre un pequeño campamento de guerrilleros de las FARC dentro de territorio ecuatoriano, zona fronteriza con Colombia, significó la ejecución brutal, -y con esta aplicación se intenta legitimarla en toda América latina y el Caribe-, de la doctrina pentagoniana, conocida como del “ataque preventivo” contra enemigos instalados en territorios de otros países, hoy conocido como narco terrorismo, anteriormente era el comunismo internacional.

Esta invasión se produce cuando el almirante Jim Stavridis, jefe del Comando Sur del Ejército norteamericano, exige la aplicación en nuestra región de las hipótesis elaboradas por los sucesivos gobiernos estadounidenses, con el objetivo preciso de preservar “su patio trasero”, es decir, los países que se encuentran al sur del Río Bravo. Este almirante, imbuido de esta doctrina, visita todos los países donde es recibido por las más altas cúpulas gobernantes. Presiona para que los gobiernos nacionales implementen el llamado “combate al terrorismo”, “batalla” en la que “deben participar las Fuerzas Armadas”. Las reuniones de los ministros de Defensa del continente o las maniobras conjuntas de las distintas armas de nuestros países, en las que participan tropas norteamericanas, están al servicio de esos fines: seguir controlando política, militar y económicamente la región.

Estados Unidos busca contar con un país que sea su punto de apoyo en el continente para desplegar su política desestabilizadora, impedir la consolidación de todo proyecto que busque desarrollar políticas independientes, nacionales y regionales. Su propósito es facilitar que sus corporaciones sigan dominado nuestros mercados, continúen con la colocación de sus productos y ampliar la extracción de las materias primas, que son fundamentales para su economía. Para este fin el “Plan Colombia” es su principal creación. Hoy las Fuerzas Armadas de ese país son consideradas por su potencia bélica como la tercera fuerza en todo el planeta, tanto por su armamento como por la cantidad de efectivos y cuenta con enorme capacidad operativa. Hasta puede bombardear con misiles y matar a varios guerrilleros, pero curiosamente todo ese potencial bélico no dañó las hiper sensibles computadoras de Raúl Reyes. Están entrenadas para realizar todo tipo de operativos y preparadas ideológicamente para invadir cualquier país, además para reprimir a su propio pueblo. Su accionar durante los últimos años son pruebas más que evidente del papel nefasto que juegan, tanto en la supresión de las libertades, los asesinatos de personas y la violación sistemáticas de los derechos ciudadanos.

Según el último informe del almirante Stavridis al Parlamento de su país, durante el año 2007 el 34 por ciento de toda su importación de petróleo proviene de nuestra región, especialmente de Venezuela, cantidad que les impide razonar, ya que solo tienden a valorar los intereses norteamericanos. Este país hermano posee su mayor reserva energética en la cuenca del Orinoco y América del Sur posee cuantiosos recursos en minería, gas, carbón y otras fuentes, como los bosques del Amazona, tiene una de las cuencas de agua más importante del mundo, a la que debemos sumarle el acuífero Guaraní, que se halla bajo territorio de varios países. Este líquido elemento puede garantizar nuestra independencia y el futuro de todos los latinoamericanos. Pero también está el comercio con la región. El General James Terence Hill, ex jefe del Comando Sur, afirmó que el comercio de su país con los nuestros supera los 360 mil millones de dólares por año. No olvidemos nunca que nuestra América es un mercado apetecible y en permanente disputa por los países centrales. Ahí está la experiencia con los monopolios españoles.

Claro, actualmente no es tan fácil aplicar el “gran garrote”, como lo hacían en el pasado, por ello las iniciativas del ALCA, del TLC o las propuestas militares del Comando Sur, no pudieron pasar fácilmente. Ellos no toleran que nuestros países generen proyectos integradores, -limitados por sus objetivos y por quienes los orientan, pero que están fuera de su control-, como el MERCOSUR, el Pacto Andino, el ALBA o el Banco del Sur. Objetivamente estos proyectos se convierten en serios competidores y ellos no están dispuestos a tolerarlos.

El almirante Stavridis, al igual que sus antecesores, busca el contacto regular y directo con los jefes militares nativos. En estos encuentros tratan de influenciar, e influencian realmente, para imponer sus concepciones imperiales, firmar acuerdos comerciales, es decir venta de armas a cada fuerza nacional para subordinarlas, tanto doctrinariamente como desde la tecnología armamentista. El otro punto de apoyo es la labor de sus embajadores. Estos tienen habituales reuniones con los ministros de las áreas sociales, de salud, educación o de Interior, donde no es fácil ver claramente sus fines, pero debemos imaginar que lo que pretenden es dictar normas que les permitan facilitar su penetración en nuestros países.

El almirante además busca establecer bases para sus tropas en los países de la región, como ya tiene, con el pretexto de combatir al mosquito del dengue, -además de Colombia y Ecuador-, en territorio paraguayo. Otro objetivo que persisten desde hace muchos años es el combate al narcotráfico, el terrorismo internacional y el contrabando e instalar una base en la llamada zona de la triple frontera, donde limitan Brasil, Argentina y Paraguay, causalmente donde se encuentran las Cataratas del Iguazú y varias represas donde se generan energía eléctrica y hay abundante agua.

Concluida la Cumbre de Río en la República Dominicana, en la que se acordó facilitar acuerdos de paz para nuestra región, objetivo realmente importante. Los caminos de la paz son los mejores para la construcción de proyectos de desarrollos que ayuden a mejorar las condiciones de vida de nuestros sufridos y empobrecidos pueblos. Pero es imprescindible avanzar, sino podrían aparecer como las vías para la “connivencia” con un posible gobierno Demócrata en los Estados Unidos. Deben ir acompañados con medidas concretas, de lo contrario pueden convertirse en buenos deseos pero que no resuelvan problemas como la injusta distribución de la riqueza o que vuelvan a repetirse actos aberrantes como los bombardeos colombianos sobre territorio ecuatoriano.

Es preciso que estos importantes acuerdos sean analizados en cada país y se tomen medidas locales para ampliar y resolver los problemas que hacen a la garantía efectiva de la soberanía y la ampliación de una verdadera democracia. En este sentido, es imprescindible derogar la ley que “combate el financiamiento de las actividades terroristas”, conocida como ley kirchnerista, sobre todo cuando aún falta definir que entendemos por terrorismo, ya que, por ejemplo, la violación de la soberanía ecuatoriana, mediante la invasión, es la expresión brutal del terrorismo de Estado. Sabemos que este operativo fue financiado, apoyado con inteligencia militar y con armas de origen norteamericanas y, evidentemente, bajo la tutela del Comando Sur que dirige el almirante Stavridis.

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